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Los tiempos que vivimos

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Después de La Rumorosa
 

Lunes 13 de abril de 2020.

Hace unos días el presidente López Obrador sorprendió con una declaración que, por el contexto, se antoja que es la primera enmienda que hace y hará a sus acciones en torno a Pemex y a la generación de energías en nuestro país, en la etapa de arranque de la 4T.

En el contexto del conflicto internacional energético que ha bajado el precio del barril de petróleo crudo a precios insostenibles, para una economía como la mexicana que depende, en buena medida, de los ingresos petroleros, el presidente aseguró que “hay que buscar fuentes alternativas” al petróleo.

La sorpresa va en dos sentidos: primero, porque aún no se olvida lo dicho en La Rumorosa a un ciudadano de “a píe”. Ahí lo menos malo que dijo fue que afeaban el paisaje y que dañaban el patrimonio de la humanidad. Aseguró, asimismo, que los generadores pertenecían a la iniciativa privada, y se puso el grillete al sentenciar “no más autorizaciones de ese tipo”. Desestimó la cantidad que esas fuentes energéticas pueden generar (un estudio de Julio César Castañeda Ramírez, de la Universidad Michoacana, considera que 5 aerogeneradores puestos en las canchas de futbol de Ciudad Universitaria, pueden iluminar 619 hogares -https://www.cic.cn.umich.mx/cn/article/view/368-).

El segundo sentido son las líneas de la política energética de la actual administración, que propugna por energéticos fósiles y las termoeléctricas a base de carbón, dando por supuesto la generación hidroeléctrica. Sin embargo, poco habíamos escuchado respecto a las energías renovables que de acuerdo con la Ley en esta materia considera: el viento, la radiación solar, la energía oceánica (maremotriz, maremotérmica, de las olas, de las corrientes marinas y del gradiente de concentración de sal), la geotermia y los bioenergéticos.

La ley de referencia considera la posibilidad de la generación independiente y de autoabastecimiento, con la perspectiva de vender a las estructuras gubernamentales, el excedente, es decir, la producción industrial en manos de la iniciativa privada y de autoabasto, vendiéndole a la Comisión Federal de Electricidad, energía para que ésta, a su vez la venda a los usuarios comunes.

Aunque celebro la declaración presidencial que nos pondría en el camino que ya están recorriendo naciones como Dinamarca y los Estados Unidos, hay que andar con tiento y no echar cohetes al aire, celebrando. El sospechosismo de la política debe dar la bienvenida a esa declaración, pero con un seguimiento tipo marcaje personal a las acciones concretas que se emprendan, pues muchas veces la tónica presidencial es la declaración por la declaración misma, sin que haya la intención de honrar la palabra. Recordemos que el presidente desconfía de la IP y la austeridad republicana puede no considerar recursos para invertir en infraestructura que no sea de Pemex o de termoeléctricas a carbón. Un plazo perentorio que yo estimo para ver este cambio de política es de tres a cuatro meses, en que veamos articulación entre el sector público y privado o el público por sí sólo, con acciones concretas y puntuales. El marco jurídico existe y la ley considera ambas posibilidades.

© 2019 Rafael Orozco Flores. Creado con Wix.com

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