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Los tiempos que vivimos

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La Primera Dama: de la frivolidad a la violencia
 

Lunes 24 de febrero de 2020.

En las semanas pasadas me extrañaba el silencio de “momia”, diría el presidente López Obrador, de la doctora Beatriz Gutiérrez Müller, ante acontecimientos que han quitado los reflectores de la atención a los casos de rifa avionaria, Lozoya, quién es quién en los precios de gasolina, etc. Los hechos a los que me refiero son los que mediáticamente, insisto, han ocupado a todo mundo: los asesinatos de Ingrid Escamilla y de la menor Fátima Cecilia.

Ante la ola de violencia contra las mujeres simbolizada, aceptémoslo, por estos dos casos (entre miles), diversos colectivos han convocado al paro nacional “Un día sin nosotras” a realizarse el 9 de marzo, un día después del Día Internacional de la Mujer. Ante esta convocatoria, la doctora Gutiérrez manifestó su simpatía a través de las redes sociales, aunque horas después dio marcha atrás, propugnando por no al paro nacional y haciendo raja política en favor del ejecutivo federal, a través de “Apoyamos a AMLO y también queremos erradicar la violencia”.

Ha sido evidente que la Primera Dama del país es una persona disruptiva. Lo dijo desde el primer día de la actual administración (o antes, no recuerdo), que ella no sería como sus antecesoras. “Son otros tiempos”, dijo el presidente y la nombró presidenta honoraria (sic) del Consejo Asesor de la Coordinación Nacional de Memoria Histórica y Cultural de México.

Recuerdo que en una clase de civismo, en la secundaria, el maestro comentó (no puedo verificar el dato) que en una visita de Estado, la esposa de un mandatario extranjero, acompañada de Eva Sámano, visitó las instalaciones donde se elaboraban los desayunos escolares y quedó muy gratamente impresionada de cómo el gobierno de la república proveía a sus niños un frugal alimento con el cual empezar la jornada escolar. Entre otras acciones, era lo que hacía el Instituto Nacional de Protección a la Infancia (INPI) que con el tiempo se transformó en el minusvalorado DIF.

Si es cierto que con el tema de las Primeras Damas hemos transitado a una figura casi decorativa que acompaña al presidente en turno y que hemos tenido primeras damas “ocurrentes” como la señora Esther Zuno y frívolas como Carmen Romano y Angélica Rivera, también lo es que la NO PRIMERA DAMA ha dejado pasar una oportunidad inigualable de hacer la diferencia al respecto, aprovechando que, en efecto, son otros tiempos.

Para quien esto escribe es un desperdicio que la preparación, la identificación política con la izquierda, además de la entereza (en el sentido de fortaleza para mantener las propias ideas, juicios o decisiones) con que defiende las políticas públicas de su esposo, tendrían un efecto mucho mayor, social y políticamente hablando, si abrazara e impulsara iniciativas contra el bullying, la desnutrición y hambre infantil, la permanencia escolar, cero tolerancia al trabajo infantil, a la pornografía de este mismo tipo, al abuso y violación de infantes, a los infanticidios, etc. De la misma manera, acciones concretas respecto a las mujeres que se ven sometidas a prácticas lesivas derivadas de cuestiones culturales (como el machismo) que rayan o se presumen en delitos.

Llegado el momento, cada una de las Primeras Damas ha tenido que tomar una decisión respecto al papel que han de jugar como esposas de los presidentes. El INPI, ya mencionado y el Fondo Nacional para Actividades Sociales (FONAPAS), antecedente de CONACULTA y de la actual Secretaría de Cultura, han sido instituciones nacidas bajo la iniciativa de las desvaloradas Primeras Damas, eso que Gutiérrez Müller (y está en su derecho) no quiere ser.

Su decisión ha sido otra y está en su derecho. Además de presidir eso de la memoria histórica, que venía haciendo y es propósito fundamental del Archivo General de la Nación, se suele involucrar en sucesos de la cotidianeidad, de la misma manera como lo hace el presidente: de manera violenta. Evidentemente no es la violencia física, pero si la violencia verbal a la que la pareja presidencial recurre: “Prensa fifi”, “chayoteros” han sido expresiones del presidente que agreden, de la misma manera alcanza esa categoría de violencia expresiones como “es un honor volar con Obrador”, puesto que descalifica la postura de los ciudadanos.

En estos otros tiempos todos podemos coincidir en que hay muchas cosas por cambiar, pero también, como nación, tenemos cosas valiosas. Lo importante ha de ser deshacernos de los desperdicios.

© 2019 Rafael Orozco Flores. Creado con Wix.com

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